la noche se cuela por las rendijas del gran estercolero de concreto para procear biliosas larvas y morfemas presuntamente asesinos
somos un enjambre de niños que juegan a ser poetas escribiendo blasfemias con salsa kétchup
Guatemala Ciudad, poesía
somos un enjambre de niños que juegan a ser poetas escribiendo blasfemias con salsa kétchup
Y entonces sacar el CD de Juan Gabriel, después de meditar sobre el fuego, el universo, el tiempo y la vida.
La cama ahora me queda demasiado grande. Vestida con una playera negra que dice Misfits y con bikini color negro, me siento en la orilla izquierda
siento frío, del tejido para dentro, un poco más adentro, sí, en la penumbra, en la carne con sangre
Canta compañero torogoz, quítame la tristeza del pecho, aléjame de la noche y su silencio
muchas veces multipliqué los panes, nadie fue testigo, los amigos ayudaron sin saberlo
escarbar las palabras hasta desangrarlas, escarbarlas hasta encontrar silencio, reducirlas, dejarlas solas
Me quedaba despierta en medio de mi cama, grande. Sola, con un cielo aún oscuro donde no estaba la luna y el sol aún no llegaba.
Emergen las turbaciones como por costumbre. Y en mi humanidad, aún latente, se estremece el pulso magnético de todas las noches desnudas
ráscame el cielo de la boca con la punta de la lengua y hagamos memoria del veneno que nos va acribillar