nada sofoca el suspiro intenso que sacude cuerpos y sombras atrapados en un cielo de olas y puntos lilas
IDILIOS
1
¡Oh, Amor! ¡Cantaste!
Y retumbó en el mar tu tempestad de sirena
Bajaron las nubes hasta el suelo
Subí yo a traerte y no estabas
Caminé hasta tus brazos
Me perdí.
¡Oh, Amor! ¡A dónde fue la moribunda rosa!
Más allá de la cortina de esperanzas nubladas
Encontraré la muerte como un vaso refrescante
Pletórico de agua de tus besos
Y yo estaré aquí debajo de tus pestañas
Muerto bajo tus susurros
Y me resucitarán tus caricias
Habrá luz en tus manos, si vuelves
Habrá otro cielo
Otras nubes
Y cesará la tempestad.
2
Camina, pues, hacia la sombra
Márchate del resplandor del mundo
Que te cobijen las tinieblas
Y te amparen los vientos.
Yo me quedaré aquí
Hasta que se nublen las horas
Como centinela vagando entre los siglos
Como olas que persisten en las peñas
Como las tiernas uvas, en el banquete olvidado.
3
Arden junto a mí
Los emisarios de la noche
Sus llamas despliegan tu olvido
Sus fuegos humean fumarolas que anuncian
Esta tela borrascosa de mis labios
Y aquel ritmo lejano de tus besos.
¡Ah, carcajada infame de la madrugada,
te robaste el vaivén de lo oscuro!
Hoy se fue hacia dónde no hay destino
El mañana se despidió
Me dio un beso, y se despidió.
4
Recuéstate en tu pasado
A contemplar la orquesta venidera
Oye, por favor, este azul enigma entre mis manos
Recuéstate en mi pecho
A escuchar los dulces tambores de tu ser.
Traga saliva
¡Oh! Muérdete los labios
Ríe un poco antes de amarme
Ríe mientras ames
Canta como el río mientras duermo.
5
Cinco son las glorias de tus dedos
Acaríciame como lo haría el agua
Llénate de ti y tócame
Obséquiame el don de tus dedos en mi cara
Pasa tu dulce mano en mi pelo
En mi piel, más piel si tú la tocas.
Tus dientes son muelles vacíos
Y yo te toco como quien no toca en vano
Hay temblor de deseo en tus labios
No hay más temor en tu rostro
Acuérdate a lo lejos de este dulce cielo
Y renueva, amor mío, la perenne rosa.
6
Si se hubieran cerrado tus ojos
¡Oh! sonámbulos ojos
Si me hubieran visto inquieto
Tus ojos incesantes
Sonámbulos e inquietos como nuestras bocas
Yo te habría enredado en mis brazos
No cesarían las sonrisas, ni los tiempos
El viento vendría si respiras
El aire se colmaría del silencio de tus noches
¡Pero jamás escaparías!
Calla, amor, lo que no deba ser escuchado
Que yo te escucharé la vida
Quédate aquí donde la niebla es poca
Donde el ayer agitado muere
¿Qué no sabes que hoy soy tuyo?
Yo si sé que hoy eres mía.
7
Te mordí y nuestras bocas
Me abrazaste y nuestros cuerpos
Nuestras caderas son dos versos…
Rimarán tus pechos con mis labios…
Estrofas enteras en nuestras miradas…
Y más allá de ti y de lo mío
Tu pelo será el templo
Guarida de mis besos ladrones
Y más allá de mí y de lo tuyo
Estará el nosotros.
8
Dulce Amor, hay poesía guardada en estas horas pendientes,
Y no sé hacia dónde llevaremos el relato.
Lleva tú el timonel
¡Mi intensidad será pujante viento en las velas!
Y es cierto: nos aguardan accidentes. Siempre habrá peligros.
¿Seremos desafiantes, intrépidos lo suficiente?
18 de enero de 20111989, Guatemala Ciudad, poesía