el ser incluye en su ritual de intimidad el recuento de los instantes propicios para la vinculación de lo quimérico con lo tangible
[MAURICIO LÓPEZ CASTELLANOS]
4
Es cierto que no te he escrito tantas veces como te sueño, y también es cierto que te podría identificar a más de cien metros de distancia sin verte siquiera la sombra, en el umbral de un agujero negro donde las estrellas han ido colapsando entre estruendos de piel mustia del amor y los cigarrillos. Fue un espejismo de sentirlo y volar con el sortilegio de esa voz que describe el amanecer mientras se reacomodan los cuerpos debajo de las sabanas. La cama tiene siglos de nalgas y sudor silencioso durante el apogeo del verano. Tiene sus estatuas de tibieza removida a golpes de almohada y de ese testimonio comprimido en los recortes del interior, tú no escuchas, como los demás, el grito ensangrentado de la eternidad perturbada. Es cierto, escribirte, soñarte, encamarte, es una ternura de ficción Gore con el paladar de un muelle abandonado a media noche.
9
A mi viejo
Humanamente me acuesto en el patio de esta casa con ruidos de fantasmas viajeros. Estoy a punto de quitarme los ojos antes de la aproximación del grito del estafador evangelista, el mismo que habla y escupe sólo por cubrir su piel de agua regia para elaborar sus jardines artificiales. El reloj avisa, golpea las raíces del silencio, con un reflejo trepador atravesando la copa se estrella en la parte húmeda del sanitario y emerge el soldado mineral desde la tubería, demasiadas fugas en el mundo como si tapar el sol fuera solo cuestión de poner las manos. Alguien toca todas las puertas de la ciudad a medianoche y deja su huella de aliento inflamable cubriendo las esquinas de reflexiones dionisiacas. Del cielo vienen el aroma de una pintura sin terminar que sigue encima del caballete esperando que el atardecer regrese de su último exilio en el pasillo de los que se cosieron los labios.
AGOSTO 10
Dos relámpagos fueron tus ojos cuando amaneció mi espíritu desierto
por las horas de este mundo, de lo inaudito, de la usura, de los
innombrables retrocesos que sufre nuestro país, tu me has alejado
de estas estafas, llevas contigo mi huella de luz que se ha querido
extinguir en el mar de las carreteras después de varios años. Si era
de este día tu asombro, mujer de mil asteroidérmicos, te adheriste
al oído esta boca que quizás descubre tempestades de euforia en el silencio
que te viste al cerrar los relámpagos. De tu onda, de tu vibración
donde emerge el río que me lleva contigo, fuego de beber en los callejones
del destino la sed de los dos en una sola copa.
TRIBUTO A LA INSANIDAD
Fortaleza en el cielo, energía de las frutas rotas.
Mi corazón sigue sumergido en los labios de la luz,
Para escoger el lugar donde la transparencia
Derrumbará sus árboles flotantes.
Y nunca recordaré ese día cuando vi el rostro del movimiento.
Detenerse en las plenitudes del frío
Estación original donde nadie abría los ojos
Sin lastimarse con la nitidez
Y distancia del sueño.
Por la responsable de mis delirios
Besar su cuerpo y hurgar los resplandores de su condensado panal
Aunque me hablara de la muerte
Sólo encontré la vida a cada grito de miel.
No aspiro a la jerarquía de la abeja para la primavera
Sólo estoy buscando, arrebatando un impulso de rocío
Sobre el polen para colmar un vaso de mis manos
Líquido indispensable para no hervirme en la sed de la inocencia
Cumplo con no dormirme en los oídos de la inmovilidad
Hasta que converse con la libertad
Abandonada por los remordimientos.
Todo el roce cálido está conmigo
El color derramado en el aire
Remolinos violentos en la espuma
Me abandona la simplicidad de girar en su piel
Apartado de la Lógica llegó la dulzura
Sangre y azúcar
En las respiraciones de la intoxicación.
Frecuentemente no me suceden estas cosas
La naturalidad de la rabia es una ley social
Que alejo de mi cuerpo y ella que es tan joven
Diamante reventado por los besos
O el día que sus pecíolos se hicieron de pétalo metal
Y las ascensiones del deseo
Son una lenta transformación de obsesión interminable
Sobre los límites de la materia de los poros
Olor de la sal secándose cuando se baña el tiempo
Con los delitos de la intimidad
Golpes y ráfagas consumándose entre uñas
Y las sombras eritreas de la neurosis dental.
¡Todo por no ser sensato!
Insoportable celestidad de la Locura
Cuando hincada ante la ternura
Se confiesa irremediablemente sensible a la Belleza.
ESTA ES LA MISMA CARTA
Una carta nunca debe llevar la fecha del día en que se escribe sino la del día que se lee. Así es menos temperamental el asunto. Una carta debe llevar todas las palabras de una mirada y mirar sin decirse y gritarse con los ojos de quienes nos leen. Nunca deben estar escritas a prisa. Nunca. La desesperación no funciona en la correspondencia porque ya no da oportunidad por un fortuito deseo de arrepentimiento. Tal vez ésta es la misma carta que redacté mañana en una mesa cuando escuchaba a lo lejos a un sol derribando nubes y aviones hasta que todos se entregaron al deseo de un buen bronceado. Quedan tan pocos carteros con bicicleta y esperanza. Algunos ya ni se atreven a inventar direcciones o buscar buzones donde no habitan más que silencio y telarañas. Aunque no sea demasiado el tiempo. O las huellas de las manos antes de doblar las hojas o sellar el sobre con la saliva de un acertijo. Y las mejores cartas son las que duran infinitamente después de incinerarlas. Sin leer sin buscarlas nuevamente se reconoce suspirada por el incendio que despierta al imaginarla.
DESNUDA EN UNA IGLESIA
Desnuda en una iglesia
tenías las manos tibias
te las besaba suavemente
y me parecía que la nieve de las calles
no existía más que en tus pupilas.
Venían ciegos y mendigos
a venerar tu sexo
y los ciudadanos comunes
sólo querían tocar tus nalgas o tu senos.
Cada persona venía a la iglesia
a buscarte porque parecía tan pura
ante sus ojos.
Y la luz de la nave central
caía sobre tu cuerpo
no dejaba que tu piel se escondiera
del aire o de las miradas.
Quienes te tomaban fotos
y los que grababan video
tenían otra idea de ti.
Quizá pensaban que eras
más fría que el vidrio
y nunca se imaginaron
de que tuvieras las manos tibias.
17 de enero de 2013
1977, Guatemala Ciudad, poesía, prosa, prosa poética
24 de enero de 2015
Que precioso es llenar el espíritu de poesía