descargas líricas de mundos abstractos y ensoñaciones celestiales que abren rutas
Sueños quebrados, mamados por la flaca esperanza del olvido que nombra a su sombra, conjurando los espacios para inventar arenas que lleguen a su cuerpo. Los mares se ahogan a sí mismos arañándose lo más profundo. Alguien se lamenta mientras me vuelvo parte de sus ocultos, sus jamases y solitarios necesarios.
Necesidad de morir para alcanzar todo y olvidarme al fin de los mundos inventados.
Señalaré, desde lo más alto, lo más profano, dejando que las bocas sepan llorarse… ahorcaré mis ojos, que cuelguen de la lágrima de quien llora porque las noches se lo tragan… haré de mi silencio un suspiro lanzado como una piedra hacia un espejo.
Así somos los otros, los culpados, los que se encargan de hacerse tropezar entre ellos mismos, así somos los que sentimos, y afuera creen que intentamos; esotéricos, como un deslave que corre en almas de pobres.
* * * * *
A Odette
Al rato se le ahogan las heridas, araña los momentos, interrumpe los miedos y a los paisajes les pone canas… sus días saben algo ahora, que el mundo pierde nostalgia, el miedo se mata así mismo, la soledad se duerme cansada de tanto insomnio y se abren las heridas zurcidas por el silencio.
Las bocas ahogan las palabras y desprenden suspiros al tocarse, mientras las lenguas desatan rincones que, por segundos, minutos o un sin tiempo, creen entenderse.
Varado en una esquina de su cuerpo, pregunto su nombre, si sabe que me encuentro, si siente mis manos dispuestas a desmantelar la boca del infinito…
Pero ves, no me importa sentarme para sólo observarte, detener el tiempo con tu cuerpo, dibujarte con el alfiler del viento, así justifico la hora cuatro… o el momento a la hora de soltarte…
Amo las costillas que te forman, las pestañas que zurcen nuestro contacto. Amo la manera como nuestras manos buscan infinitos, algún cielo entre nuestros dedos; callar al silencio, unir la fuga oceánica que cargamos en nuestras bocas. Entonces tocarte por alfabeto, por numeración infinita; es decir, con mi tacto, que el mundo esta allá, poniéndose babero, enterrando sus costillas y muriendo por saberse llorar en solitario.
Pero también peco al decir que tus lágrimas son mentiras, que vienes del mar, que vienes de las nubes y sabes desaparecer y trepo hacia el ápice del cielo para saber que es verdad, y entonces creo, creo al ver mis manos nacer en tu cuerpo y entiendo que eres pluma de ave migratoria de mi cuerpo.
¡Pero eres nube, eres lágrima! Yo transito de todo, tu espejo de mi deseo, hombre flor, hombre que, señalado, dictado por la cumbre de las líneas de tu mano, por la penumbra de de tu cabello, me disuelvo y me entierro con el vaho de tu frío.
Le pongo el dedo a la orilla de lo invisible, donde nuestro silencio se extingue, donde todo cabe en mis cajas de viento, en mis uñas de hombre herido galopando…
Pequeña sinfonía de mar
Crear una imagen,
un beso bajo la legumbre de tus labios.
Una escalera hacia tu risa.
Detener una estrella y nombrarle universo.
Entregarte nuestra libertad. Permitirnos…
Deseo comer nubes, velas y dos acuarelas.
Vayamos al mar, preguntémosle lo grande que nos ve
y lo jóvenes que nos seguimos viendo.
Tomar tu mano y reventar con el viento.
Ser grandes el último momento,
como cuando lo fui desde ese instante
que aún sigue siendo eterno.
19 de marzo de 2008
1985, Antigua Guatemala, poesía, prosa
21 de marzo de 2008
A ti,
A todos los escritores de este blog,
Y a Rafael Romero:
Enhorabuena.
¡Besos!
30 de marzo de 2008
ufalee Diego, bueno vos, bueno bueno…
saludos!
26 de julio de 2009
Excelente Diego, un gusto leerte por acá.
Espero que estés de lo mejor.
Saludos
Luis Fernando Calderón
23 de octubre de 2009
Diego, me encanta la profundidad de tus composiciones y la riqueza del lenguaje. Bien decía yo que algo de inspirador tiene Santa Ana… jaja, ¡saludos!