cálida y temblorosa —como su presencia, como sus designios— es la oscuridad que atraviesa el pecho tibiamente escindido de los guardianes de la indómita noche
REFUGIO
Arropado
entre los brazos del silencio
me rehúso a crecer
dentro de esta crisálida
la luz es omega
y convive en su demencia
con el alfa lunar
mi psique
es un islote olvidado
en la podrida inmensidad
afuera
los corazones subsisten
bajo ventiscas de rencor
somos
lágrimas
lamentos
gritos
de la metamorfosis humana
y nuestro diluvio sangriento
no es más que una salmodia
en oídos
de los bastardos regidores del mundo.
SACRIFICIO
¿Qué es tu rostro
sino una lágrima
entre la infinidad
y el caos?
te creía infatigable
eras luz
ceniza
hacedora de ilusiones
por vos
salieron mis ojos en huida
y extraviaron el sentido
hasta matar a dios
sin remordimientos
hoy
ensartaré mi cuerpo
en la Cruz del Sur
lentamente
mi sangre inundará tu morada
para que seas la vida
y yo la muerte.
UNA NOCHE CUALQUIERA
Cuando te anhelo
entre mis túnicas de sal
busco tu reflejo
sobre los pozos del café
los efluvios del miedo
me arrancan un grito
que la noche difumina
con su danza macabra
Mis puños
estallan en el sulfuro
de la ansiedad
quisiera romper
las murallas del tedio
y el decaimiento
hasta transmutar
en un tornado adolescente
Mi alma
se hunde en un infierno
de espirales de humo
los labios sumerjo
en un oasis de amargura
rodeado de historias traslúcidas
el diario vivir es una angustia sin final
aullaré versos malditos de Panero
junto a orgasmos vacíos
en alcobas de ángeles sin alma
y allá a lo lejos
en el diván de los paraísos perdidos
agonizaré
con el recuerdo
de tus medias rozando mis pies.
DESTINO
La finitud de la existencia
es un ácido invisible
nos corroe lentamente
desde las uñas
hasta la médula.
Hace tiempo
abandoné la búsqueda de heraldos
mi ser ingenuo los creía
en la vigilia
de nuestros pasos
pero los faros del cosmos son inhabitables.
Entre mi raza adormecida
por flagelos del progreso
sólo hallé
odio
pena
dolor.
La decadencia es tolerable
al comprender
que en cada esquina
la muerte
acecha entre sombras
el retorno a la nada
es el destino de los vivos
y con ellos
cualquier demiurgo salido
de su aberrante imaginación.
VIDA
Llegará el día
en que te escupa al rostro
devolviéndote el favor.
Soy
una hormiga guerrera
que antes de ser abatida
herirá la carne
de su victimario.
Tu hedor
es el más insoportable
más que el del vagabundo
ahogándose
en su cloaca poética.
Déjame en paz
volveré a la madriguera
junto a mis fotos amarillentas
escritos inacabados
y la promesa de un mañana
en que se libre
nuestra última batalla.
24 de noviembre de 2019
1984, autor invitado, Canadá, Montreal, poesía