sabremos que la noche se rendirá, magnánima, pero seguiremos atentos, como latidos o como arpones, al recorrido por la sombra medular del ser hecho palabra
[GUSTAVO BRACAMONTE]
MIENTRAS LA NOCHE PASA
Mientras la noche pasa sin recato alguno,
desnuda, con su muerte fuera,
aquí está la realidad deshabitada,
obscena de desigualdades,
unos no comen, otros se hartan
mientras eso sucede con frecuencia,
salgo a la calle a recorrerle los cuerpos
a las mujeres con señales
de luz nueva como espejo para mirarme
el otro yo que busco
mientras transcurre la oscuridad
de esta ciudad que ya no tiene nombre
ni equipo de bufones para el olvido.
El ápice de vida que faltaba
por extinguirse
quedó en la lengua de los perros
que habían cuidado estrellas sempiternas,
pero la sarna humana les despojó de jadeos y
de la responsabilidad animal.
Mientras pasa la noche
acaricio la rabia de las horas
deja la humedad de su negrura y
legañas de cólera en el inicio del alba.
SIN TIEMPO A
Con una mano resuelvo el pasado como a un muerto
con deseos de mirar la claridad de la mañana,
con la otra señalo un destino difuso,
holgado, sin volumen, sin tiempo.
Qué queda de las palabras escritas en los días,
un papel que no es el mismo de ayer ni de mañana
como si estuviéramos metidos en las máquinas y
en la energía imposible de descifrar con el olfato.
Cuál rédito de cumplir con dios, con la iglesia,
con el gobierno, con la mujer, con el hombre,
con el mar que desde adentro llama a la cama
con una vagina sin leche, un abismo donde todo fue.
Doy por descontado
la tarde de mi nacimiento y queda apenas
una zambullida en el ojo del suspiro,
resulta del fondo del gaznate cosmogónico,
un cosmos desgastado por la ironía de las contradicciones
y de tanto moverse en mí como muñón olvidado.
SIN TIEMPO B
Cada rostro en las calles trazadas para que nadie viva,
risa de vidrios trisados
aprieto los ojos para memorizar cada paso de la gente
por las ciudades sin precisar nombres,
tras de los nombres está la constancia de su tristeza,
la sustancia que hace lucir los sueños de edificaciones
listas para ser demolidas por la estulticia y
las grandes sombras nucleares.
Memorizo la risa entre los hierros de las edificaciones de la lumbre,
ocote ardiendo en los ojos,
la conversación común en los parques,
en las esquinas de los problemas,
la sangre de la hemorragia humana,
la perversión en las piedras de la noche,
las escondo para imposibilitar la señal de la barbarie
que se agiganta mientras dormimos abrazados a extraños seres
nacidos en otro tiempo y con otras especificaciones para el amor.
Se acaba la carne en una pasa de infidencias,
sensaciones sin nervios animales,
por dentro no crece la palabra ni se pone en pie la lujuria,
se termina todo en un chasquido de moscas.
SIN TIEMPO C
Disparan a diestra y siniestra
con voluntad de demonios
indemnes de lo humano,
animales escoltados
por gorilas domesticados
en guaridas militares,
lloran las piedras
abultados países mudos de pánico indecible,
el tiempo se hizo pequeño
a la orilla de la noche,
nada cupo sobre la mesa del culto a lo efímero,
nada supo a niña de promesa,
languideció la voz generosa
en el impacto de un artefacto,
se acabó el tiempo para amar,
para sonreír, para llevar lumbre a la soledad, y
todos quedan estupefactos sin saber a dónde ir,
que infusión venenosa ingerir
en la burla de las horas, en la cobardía indeseable.
SIN TIEMPO D
Las muertes se exculpan por decretos insomnes,
estultos, las masacres, el genocidio riomontista
ha quedado atrás con una legislación angustiosa, patética.
Las muertes que duelen de arriba abajo
se han vaciado de tristeza con un acuerdo congresil,
se ha agotado la espera,
era lo que se requería para que el infierno desapareciera
como esa ola gris de la tarde
que se esfuma con el dictamen del tiempo.
Esos Moisés vacíos abren la historia y
sacan olvidos como marranos imprevisibles,
milagrosos animales hacedores de esencias desconocidas,
de vidas truncadas entre los maizales
hacen que su sangre
se convierta en agua fresca, sin dolor, sin sentido.
Se acaba el tiempo,
abren agujeros por donde se va la esperanza,
los sueños, todo se vuelve olvido, cáscara de la nada y
quedamos con documentos sucios vaciados de historia,
escindidos en un país de usureros y ladrones.
Dejamos de ser involuntariamente,
ni siquiera somos el reflejo de lo que fuimos,
un decreto hizo trisas la sustancia, nos vemos al espejo y
estamos despojados de nosotros,
apenas el reflejo de los gritos llega de un tiempo inexistencia,
de una casa desmoronada.
SIN TIEMPO E
Esta lluvia es ácida con fondo lúgubre,
montículos de carros inservibles en el aire.
En lugar de agua cristalina,
zapatos viejos, anclas de barcos sucios,
sopor de aves moribundas, espejos negros,
absurdos, se ve el azogue de la inclemencia
en sierpes rencorosas.
El Estado hace apología de las máquinas,
de los minerales en bruto,
en lugar de la gente que defiende la vida,
entonces, debemos apresurar la luz
a la orilla de esa vida,
se agota el tiempo
y ser sin aspavientos ni cansancio,
agilicemos los pasos hacia la cumbre
antes que lleguen los policías y
nos avienten a la sangre impura de sus jefes y
las hazañas del crimen ocupen nuestro lugar,
dinamiten la conciencia de los otros,
nos desahucien como a orates promiscuos
sobre obscenas camas de muertos abandonados
por la edad y sin el habla del presente.
La solemne unidad, todo lo que nos queda,
pero apresuremos la sensación de augurios,
movilicemos imperecederamente para gastar el no-ser
y antes que digan que el país fue vendido y
nada nuestro hay, ni la minúscula tarde de ayer
ni el pedazo de muerte frenética a la deriva del galerna
para decidir morir con la mirada en la realidad y
riéndonos del oprobioso sino
de los dueños de nuestras conjeturas y edénicas noches.
02 de marzo de 2015
1952, Chiquimula, poesía