ahí, en las cavernas de lo inmaculado, encontraremos las recetas para refutar el revuelo de las pulsaciones y de los besos deconstruidos y pactados para un futuro ya olvidado
CARTA PARA QUIEN SE COMUNICA CONMIGO EN LA MADRUGADA POR EL CANAL 74 DE LA TV
No olvides dar tu segundo nombre
porque he preparado para ti
un mensaje a través de las constelaciones.
21 serán las veces que habrá amanecido nublado
para que comprendas,
que las señales que dejé volando en la oscuridad
se reflejará en el libro que lees
para comunicarte con el UNIVERSO.
Por qué te respondo,
porque tú sabes guardar el nombre de los espectros en el colofón de los libros,
porque tus ojos de equinoccio que igualan el tiempo
me hacen decir que temo cuando tengo hambre.
Yo escucho cuando lloras y tu gato blanco rasca la puerta porque tiene frío.
Sueño lo que te causa temor,
pero también sé que conoces cuando despierto en la madrugada.
Imagino mucho la forma de tu dedo índice
apagando el interruptor antes de ir a dormir,
por eso me detengo a entender lo que dices cuando preguntas por:
el significado del triángulo esotérico que llevo en la memoria
el color de la muerte
las formas que veo en la carretera cuando alimento a los perros
o el olor que percibí la noche en la que me soñé muriendo.
Por eso te respondo
porque
sabes que temo morir ahogado
con la boca llena de sal
y me has dicho el color de los ojos de Dios.
EL MUNDO Y SUS ESPACIOS
Alguien me dice que estoy equivocado y sólo pienso en Pripyat, en un reactor nuclear, Corea del Norte y el niño que come arroz en silencio observando un campo que no conozco. René me cuenta que ha muerto José. Aún no logro asimilar la muerte, pienso siempre encontrar a mi abuelo en algún momento del día pues es muy lejano el recuerdo de mis manos empujando su féretro. Mañana cuando las señales del Apocalipsis vuelvan telépatas a los hombres, podré decirle las cosas que pienso a muchas personas que no podrán aunque quieran dejar de escuchar mis palabras. El mundo es el mismo cerca de mis veinticuatro años, sólo con un cáncer mejorado que da efectivas muertes y el silencio en mi cuarto que es mucho más prolongado.
HOSPITAL
29 de septiembre del año en que quedamos solos
*
El instructivo del medicamento
tenía letras muy pequeñas,
aunque no se lea
el efecto es el mismo
hace olvidar el dolor
rojo de cada pastilla
—enciendes el radio,
piensas en el nuevo viaje
San Francisco
el avión
el atardecer tibio
en efectos secundarios—
esto no es culpa
de Mendel
ni de los químicos
es el destino
mi nombre
o tus uñas de color ciruela
—Subes al auto—
y el olor a futuro
te hace creer que todo es biológico
que somos una casualidad
un prototipo con error,
—ajustas el retrovisor—
algo ves en la parte trasera
—eres tú
pensando
beber agua
o beber tristeza—
algo no está bien en tu vientre
has pensado en mi
en las flores que viven
sólo un par de horas,
algo más late en tus oídos
y no es un ave
ni la palabra ovulación
es el pasillo hospitalario
que te busca
te advierte
que algo te morderá el
ombligo
perderás la vista
y sólo escucharás
los pasos de un niño
que vuela
y ronronea
por tu cornea
como espora
del polvo
*
No era recomendable dormir
con la tv encendida
pero en este sitio
el miedo
tiene rostro dulce
como catéter en tu brazo
izquierdo.
¿En qué pensabas
cuando el analgésico
recorría tus codos?
¿Pensaste en mi dolor?
Te imaginaba con
ojos de Molly Bloom
recostada en una cama
esperando a que yo volviera
con un par de tenis azules
y contarte que eran perfectos
para el cinturón
que me diste por mi cumpleaños.
pero no soy Leopold Bloom
no soy
quien puede subir con calma
las gradas de la sala de espera
a un quirófano
a la zona de maternidad
a un funeral
a ti
que me marchitas
porque cuento el tiempo
que tarda tu aliento
en formar una vocal
por tu garganta
porque
escucho a Pink Floyd
para olvidar tu aroma a Nueva York
y tus ganas de conocer
Madrid
porque
dormiste una noche
en la sala de emergencia
donde los espantos
de neonatos
repetían nuestras culpas
y yo no llegué a tiempo
para apagar la tv
para decirte
que me aspiraban
el alma
que yo también
sentí el filo
del Bisturí.
*
El blanco de los pasillos
me hace el más ausente de ti
dolor de ti
espasmo de ti.
Soy
el olor a antiséptico
la hemorragia interna
Soportaría
todos los catéteres del mundo
por un momento
de tu enfermedad sobre
mi pecho
porque
no es suficiente
un blister de
ansiolíticos
a los que marco
una letra de tu nombre
antes de tomarlos
para sentirte cerca
para creer
que de alguna forma
aun estamos juntos
en la ansiedad
en el castigo
en la llamarada
fétida de sentirnos
abandonados
en esta necesidad
de seguirnos buscando
por los pasillos pulcros
donde se respiran lamentos
y la esperanza
de ser inyectados
con la misma jeringa
para volver a ser
uno
*
Es tu primera noche
en un hospital
he pensado mucho
si te ha gustado la almohada
en la que duermes
si has sentido frío
si han recordado quitarte el reloj
antes de entrar
a sala de operaciones,
tengo muchas ganas
de dormir en la silla
que está junto a tu cama
que me pidas algo de beber
que me veas con ojos de enferma
llena de calma
de ternura
de alivio.
He guardado mucho silencio
desde este sitio
con el ánimo de escuchar
la cantidad de gotas
de suero que pasar por la sonda,
que te alimenta
que lleva mi pulso y el ánimo
que desde este lugar
de antihistamínicos
te envió
como se envía el amor
por una llamada telefónica
por una nota en un libro
o una película.
Pienso en tu primera noche
en una cama azul
con pronta mejoría
y siento como si
cada vez que te curan
le herida
te voy perdiendo
en un claro abismo
al que no tengo acceso.
LA ETERNIDAD TAMBIÉN TERMINA
No recuerdo alguna frase que mi Madre haya dicho. La infancia que tuve fue demasiado corta, siempre me costó hablar y a mis amigos siempre les importé poco. No soy un personaje de Camus, aunque quisiera correr con la suerte de alguno de ellos, para no tener que relatar todos los días algo que no puedo. Mañana inicio con el diario de los sueños aunque nadie note que todo estará escrito en primera persona.
Quise despedirme hoy de todas las personas, siempre las palabras fueron interrumpidas, supe con eso que cualquiera de las formas en que pudiera marcharme, no las notarían. Soy un reclamo muy grave por las faltas leves, siempre sé cometer errores porque no he podido despertar temprano, espero alguien trate de hablarme cuando ya no pueda escucharlo, porque sabré como mi abuelo que la eternidad no existe.
24 de noviembre de 2014
1989, poesía, prosa, Quetzaltenango
24 de noviembre de 2014
Buen espacio!!