Te Prometo Anarquía

la verdad que salpica vergüenza es una infantil musaraña que se decapita a sí misma al descubrir la belleza inédita de las catacumbas

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[ESTUARDO PRADO]

 

 

 

IT’S A WONDERFUL LIFE

 

Toma exterior I

 

Era un día como cual-quiera. El cielo estaba despejado y una leve brisa hacía mover suavemente las ramas de los árboles. Un hombre  caminando por la calle iba pegando afiches, en donde estaba el rostro de Jesús difundido por la BBC; en ellos se leía: “Se busca vivo o muerto, por cometer actos contra la humanidad, pues ha ocasionado los genocidios más atroces de los últimos 2000 años, escapándose impunemente de los juicios de Nuremberg.”

Éste es un servicio social

SE BUSCA

VIVO O MUERTO

 

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Nombre:  Jesús de Nazareth

Alias:  Cristo el Sangrante o

el Señor de los cielos.

Perteneciente a la banda:  Los cristianos

Se le acusa por el asesinato y  violación de miles de personas por la inquisición, así como de instigar al saqueo y al exterminio de millones durante las ocho santas cruzadas. Promover la persecución y la aniquilación de los gnósticos, los cátaros y los templarios.

Si sabe algo de él llame al:

1-800-yo-vi-al-hijo-de-puta

Cualquier información es confidencial*

Editorial X

 

 Ayudando a la creación de un mundo más seguro.

(*) Su declaración no puede ser usada en un tribunal como prueba para internarlo en un hospital psiquiátrico, ni en una investiga-ción eclesiástica para su canonización.

 

Se acercó a un muro y colocó uno, pero al continuar caminando pasó debajo de un árbol y una gran cagada de pájaro le cayó encima. El hombre comenzó a insultar al animal, sacó una pistola y empezó a disparar entre las ramas del árbol. Un pequeño pájaro negro salió volando y el hombre corrió detrás de él tratando de matarlo de un tiro, mientras le gritaba:

—¡Cerote… ni aunque te disfraces de paloma tercermundista te me vas a escapar, maldito Espíritu Santo, que tú también eres un cómplice del horror!

Detrás de la pared en donde el hombre había pegado el afiche estaba un aula de preparatoria, en donde la maestra les pidió a los alumnos que sacaran su juguete preferido para hablar de él a sus compañeros. Los niños pusieron sobre la mesa puros de mota, pistolas, paquetes de crack y videos porno, entre muchos otros interesantes y placenteros objetos; pero fue una pequeña niña ojerosa que llevaba un frasco de Vick Vaporub la que más llamó la atención de la anciana docente. La maestra le preguntó que si le daba mucha tos en las noches. La niña le contestó que no, que ése era su objeto predilecto porque a su papá le gustaba que ella le chupara la verga untada de mentol, y desde que así lo hacía, ya no sentía el horrible olor a podrido que emanaba la pija del cerote de su progenitor al tenerla en su boca, ni el sabor a podrido de la acabada. La dulce maestra se entristeció al oír a la niña y le dijo que tenía que hacer algo, pues eso no se podía quedar así. Tomó a la niña de la mano y la llevó hacia el frente. De su escritorio la anciana sacó una raqueta de ping-pong, desnudó a la niña, la amarró de manos y pies, la puso sobre sus piernas y la empezó a golpear, diciéndole que los hijos siempre deben respetar a sus padres y que nunca deben expresarse de ellos con palabras como cerote; además de que ella sólo era una putía desagradecida, pues no se daba cuenta que lo que su padre hacía era sacrificarse para que ella tuviera una alimentación balanceada, pues el semen tiene un alto contenido de potasio. Uno de los niños del aula que no estaba sobándose los genitales reviviendo alguna escena de Tokio Decadente ante el espectáculo sadomasoquista de la niña siendo golpeada por la maestra, miró por la ventana y observó a una muchedumbre gritando en la acera de enfrente.   

En el otro lado de la calle había un labora-torio farmacéutico, en donde la turba de manifestantes, conformada por integrantes de diversos grupos ecologistas y miembros de una nueva religión llamada Los Testigos de los Vientos Intes-tinales de los Santos Culos del Séptimo Día, levantaban sus pancartas en donde se leía: Alto ya a la matanza del protozoario. Uno de los manifestantes gritó:  

—¿Por qué nosotros tenemos que acabar con nuestras hermanas las amebas? ¡Si nos pica el culo hagamos como nos enseñan nuestros sabios hermanos los perros! —se bajó el pantalón y el calzoncillo, se sentó, e impulsándose con las manos empezó a arras-trar el trasero sobre el asfalto; acción a los que todos los manifestantes aplaudieron y algunos imitaron.

Lo que sí fue diferente en esa histórica fecha, era que por primera vez grupos con intereses tan diferentes, como el proteger el mundo y el salvar el alma, hayan coincidido en un ideal común; que era el parar la fabricación de medicamentos para exterminar amebas. Aunque cada facción percibía su lucha desde una diferente perspectiva. Los ecologistas, por su parte, querían que se prohibiera por completo el uso del metronidazol (com-ponente químico para hacer casi todos los fármacos antiamebianos), puesto que consideraban que las compañías farmacéuticas transnacionales estaban exterminando a las amebas, siendo el último nicho ecológico para esta especie en extinción el culo humano. Por su parte, los religiosos se oponían al exterminio masivo de las amebas por razones más

espirituales.

 

Hasta aquí, los que todavía están leyendo esta mierda se preguntarán: ¿qué pisa-dos tiene de espiritual proteger a las putas ame-bas?  Como todo en este mundo de mierda tiene una explicación (y si no, nos inventamos cualquier paja), aquí les va la historia de:

 

CÓMO UN HOMBRE ENCONTRÓ EL SENTIDO DE LA VIDA EN SUS PEDOS.

 

En El Pulpo Dorado, un bolo pisado llamado  Æ después de haberse tomado varios litros de cerveza fue a cagar al baño. Allí sentado en el inodoro (del cual pensó que nunca se iba a poder despegar por lo untado de mierda que estaban los bordes), encontró la salvación que ya había buscado arduamente en los Alcohólicos Anónimos, Neuróticos Anónimos y todas las asociaciones de anonimato que había encontrado anunciadas en el periódico.

Por el efecto de tanta cerveza en sus tripas, al nomás sentarse soltó la tremenda carga de gases que llevaba en su interior. Al escuchar y oler  el gran estruendo reflexionó que su vida estaba ya podrida, tanto metafórica como literal-mente. Después de un gran suspiro buscó algo de papel para limpiarse, encontrando un libro todo orinado en un rincón del baño; lo agarró, rasgó una página y la usó de papel higiénico. Cuando la iba a doblar en dos para usarla por segunda vez leyó entre las manchas cafés: “sentí que mi alma se escapaba por mi culo.” (Hernández, Julio, 2000, Por el suelo, Guatemala, Editorial X.)  Desde ese momento para  Æ todo fue claro, las dudas se habían disipado y su alma estaba en paz. Recordó cómo de pequeño en la iglesia le habían dicho que el alma era algo etéreo que llevamos adentro. Se había dado cuenta de que el licor no mataba su espíritu, tal y como le habían dicho tantas veces, lo que lo degradaba en su calidad humana eran las flatulencias, pues cada vez que se tiraba un pedo una porción de su alma salía de su cuerpo dejándolo con menos vida. Había llegado a una profunda y mística revelación: el espíritu que anima nuestro cuerpo son los gases intestinales que llevamos adentro. Dios no había infundido su aliento de vida al formar al hombre, tal y como decían. Hasta podía visualizar la sublime escena: el Divino Creador abriendo la boca del inerte Adán, para luego bajar su Santo Trasero, ajustan-do el Divino Ojete sobre sus labios, y en un acto de resucitación (no de boca a boca, sino de culo a boca), infundir el Pedo Divino que nos dio la vida.

Desde entonces se convirtió en un nuevo hombre, ahora era un iluminado. Dejó de beber cerveza y empezó a tomar aguardiente, pues esto ayuda al crecimiento espiritual al crear un estreñimiento severo que impide que salga hasta el mínimo resoplido de alma. Empezó a prepararse para poder ser portador de la verdad para la humanidad, lo cual requería que comiera un tazón de frijoles parados con huevos duros y rábano picado. Inicialmente in-tentó predicar en los parques públicos, pero se dio cuenta que allí, al descubierto y con las corrientes de aire, le era muy difícil el convertir a alguna oveja pedorra descarriada. Así que buscó los sitios más pequeños y atestados de gente, tales como las cantinas, bares o puteros. Empezaba a preguntarle a todos que si creían que el alma existía, y al oír que no, puesto que lo que no se ve ni se toca no existe, Æ se tiraba un gran pedo hediondísimo, diciéndoles:  

—Ya ven que el alma si existe, pisados de poca fe. No la ven, no la tocan, pero bien que saben que está allí, porque sienten su olor a mierda podrida.

Sus prédicas eran tan convincentes que pronto fundó una religión basada en sus sabias enseñanzas, llamada Los Testigos de los Vientos Intestinales de los Santos Culos del Séptimo Día (del séptimo día, pues con las chupas y las boqui-tas de mierda en los bares el día sábado, hacía que el domingo sintieran más a su espíritu moverse dentro de ellos, en la forma de grandes flatulencias). Æ impuso una dieta estricta a sus seguidores, eliminando la lechuga, el repollo, los frijoles y todo tipo de alimentos que extrajera de ellos su esencia vital. Hasta se impusieron la tarea de tomar anti-diarreicos tres veces al día, lo cual les causaba problemas severos de estreñimiento y hemorroides; pero como antes que el bien del cuerpo está el del alma, le hicieron huevos.

Con el tiempo, ciertos pensadores convertidos a esta nueva religión (que usualmente habían sido anteriormente estrategas del crimen), fueron profundizando cada más en las enseñanzas de Æ, desarrollando ritos especiales, como la preparación del difunto, al que se le tenía que meter en el culo una gran verga plástica, con la finalidad de que el espíritu del muerto u otro pedo vagabundo no retomara el cuerpo abandonado. O la forma correcta de realizar la eutanasia (pues para ellos esto era un acto permitido, cuando la situación lo ameritaba: como al que-darse sin pisto para poder chupar o drogar-se, o al contraer alguna enfermedad terminal), la cual es ir a comer a Taco Bell, desnudarse, echarse gasolina encima y, cuando se sienta que allí viene un gran pedo, ponerse un fósforo encendido frente al culo y aflojar el esfínter.

Bueno…    hasta aquí después de tanto pedo (metafóricamente ha-blando) todavía no les he dicho, ¿qué pisados tiene de espiritual proteger a las putas amebas? La cosa es que en una oportunidad en que Æ estaba meditando el porqué las personas de esta sociedad moderna se sienten con un vacío interior tan agobiante, cuando están llenas de gases intestinales (o sea el alma que les da vida), tuvo otra revelación. Llegó a la conclusión de que el alma albergada en nuestros intestinos debe de haber tenido algo que original-mente la acompañaba, pero que actualmente hemos perdido, hasta que dio con la res-puesta: los parásitos intestinales. Sin compañeros en los oscuros laberintos de nuestros kilómetros de intestinos, era de lo más natural que nuestra pobre alma se sintiera sola, dándonos esa sensación de vacío interior.

Fue allí en donde decidió el llevar a cabo varias Santas Cruzadas; la primera fue contra el albendazol (compuesto químico que acaba con los parásitos lumbri-coides, estercorálidos y la tenia). Los grupos ecologistas, al ver el esfuerzo que esa nueva religión estaba haciendo para proteger a los pobres parásitos, los apoyaron; no por el bien del alma, sino por proteger a esas especies que también forman parte de nuestro mundo.

Y ahora sí… volvamos a la manifestación.

 

Toma exterior II

 

Como ya les había dicho… era un día como cualquiera, un hombre corría por la calle disparándole al Espíritu Santo que lo acababa de cagar, unos niños se sobaban los genitales viendo a su maestra golpear a una niña desnuda y atada, mientras en la acera de enfrente una turba de manifestantes protestaba ante un laboratorio farmacéutico, que era responsable por el vacío interior que sienten las personas en nuestra sociedad. Poco a poco los ánimos se fueron exasperando y los policías al ver a la turba enardecida mejor se fueron a poner cepos a los carros mal estacionados. Los voceros de la empresa farmacéutica gritaban con altavoces desde el segundo nivel (pues el empleado que salió a hablar con los manifestantes fue empalado en el tubo de un rótulo de ALTO), que ellos ya no usaban animales para probar sus productos y que los aerosoles que producían ya no contenían FCCH. Pero nada los apaciguaba, hasta que reviviendo las escenas que muchos habían visto en The Wall, cuando los estudiantes destruyen la escuela, con Another Brick in The Wall como música de fondo, los manifestantes, laicos y religiosos, entraron al lugar matando a todo el personal de la empresa.

Al final, después de haber tirado todos los cuerpos en una gran pira de llantas incendiándose, los ecologistas y los miembros de Los Testigos de los Vientos Intestinales de los Santos Culos del Séptimo Día, satisfechos por su obra en favor de la humanidad, formaron un círculo y tomándose todos de las manos entonaron: Juntos

todo es posible

Un Mercedes Benz con una calcomanía que dice “Dios guía mi camino” en el bumper pasó a gran velocidad frente a la farmacéutica destruida y al cruzar la calle vio a una anciana pasando hacia la otra acera. El conductor aceleró aun más, cambió de rumbo usando la insignia en forma de estrella que llevaba sobre el capó como mira para apuntarle a la vieja y la atropelló. El cuerpo quedó contorsionado en el suelo de una manera tan maravillosa que fue la envidia de muchos gimnastas chinos. Mientras, el con-ductor se rió a carca-jadas y gritó:

—¡Ya ven que Jesús no viene pronto sino ahorita mismo, vieja hija de puta!

 

***Publicado en un blister de película de 35mm enrollado como un papiro delgado bajo el nombre de Realucinatex, Editorial X, 2001.

17 de febrero de 2014
1971, Guatemala Ciudad, narrativa

una intervención en “la verdad que salpica vergüenza es una infantil musaraña que se decapita a sí misma al descubrir la belleza inédita de las catacumbas”

  1. Ana Sical dice:

    PERDÓNALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN. CON PROFUNDO AMOR, AMOR ETERNO AMOR ÁGAPE.

¿algo qué decir?