un cuerpo, es decir, un poema asesinado por el cielo, yace en la mesita de noche entre ronquidos seminales, estertores dolientes y normalidad excéntrica
[CARLOS MEZA]
* * * * * *
Las horas están muertas Es una cascada de sueños sonámbulos
Que rondan Las zonas lejanas y la inquietud por un ladrón que bulle
Los pensamientos de una dura extrañeza Los días
Un escupitajo que miles de ciegos llegan a ver
Se levantó Frank de su silla y me señaló la firmeza del cielo
Mira, me dijo, como si supiera que el cielo fuera de otro color
Ahí hemos hecho el amor los ángeles Somos cadáveres
como de películas francesas y novelas policiales Ven a enterrarte
en el Azul, y su mirada eléctrica zumbaba como mosca peligrosa
Permanecí impasible, y le dije que los sueños, sueños son
Me observó perplejo y mi contestación me amparó transitoriamente
Expandió sus hermosas alas blancas Me tomó de la garganta
No seas tonto Me lanzó hacia a la calle y la lluvia me golpeaba
Infinitas hormigas devorando la piel
Si eres poeta Lánzate a lo peligroso Pervierte al alma
Juega en la cárcel del mundo Sus alas se extendían
Eran dos inmensos cuchillos Enervantes horas muertas
Y ese Dios homicida me apretó contra su pecho Estallido de guerra
Mientras un escupitajo desaparece y miles de ciegos
lo terminan de ver
* * * * * *
Como si todo fuera remediable
me susurra Lucía mientras hacemos el amor
Un amor entre asco y pánico Dibuja
óvalos con las cavidades de los sueños
Sentimos a la muerte en nuestra alma
Una muerte que la hace sollozar
Como si ella entrara en un pasillo
y un fantasma de incógnito la besara
Pasa su mano gentilmente por mi rostro
Siente cómo se desangran nuestras vidas
y huele a sexo la noche Estoy viva
me dice, No siento tu corazón, le respondo,
Cretino, declara ella y se descarga con risotadas
y miradas carnavalescas
Tontito, toca tu corazón, ese es el mío,
Ahora toca el mío, Nada verdad, ese es el tuyo
Ella enciende un cigarro
Las ratas mastican los condones usados
Me observa hambrienta La persigo con un coraje vago
Toco mis inmundas llagas Ella sonríe burlona
¿Qué, te vas a quedar toda la noche pensando?
Y yo, fantasiosamente tomo un filoso cuchillo
Lo atravieso en mi pecho La sangre quema
Ella se revuelca torvamente Sus aristas caen
El ultraje de la noche se ensarta por la habitación
Muere como un anciano al terminar de ver su último crepúsculo
Salgo del apartamento y recorro las avenidas silenciosamente
y me pregunto si en verdad todo es remediable
* * * * * *
Hay intrusos en mi cabeza
Se han robado las flores y el alcohol de mis sueños
A puñetazos nos reventamos la cara Largo, les grito
Uno de ellos infinitamente triste se acerca
Mi crimen es chuparte la sangre
Para que no seas poeta
Dice tembloroso
El rufián se queda varios minutos callado
Chúpame todo lo que quieras, le digo
y se transforma en sombra de vampiro
Inyecta sus colmillos Estamos ostentosamente aburridos
Me inclino hacia la terraza Hasta esperar a que el Sol salga
Y sentir cómo desaparecemos los dos
En las cenizas del día
* * * * * *
Los poetas existimos y estamos solos
Oscurece ya tarde y el deshielo golpea la noche
El llanto de los niños apaga nuestra llama
y como hombres de fuego
desaparecemos como dios manda
Los poetas existimos y estamos solos
y sabemos que el espectáculo del mundo
se fija ante nuestros ojos
Observemos la tormenta, dijo Carver,
y esa tormenta era nada más que humana
y nuestra casa temblaba porque estaba sola
Los poetas existimos y estamos solos
y sentimos cómo el frío se filtra por las ventanas rotas
Una extraña lluvia comenzó a caer y recordé
a la calle donde recibí mi primer beso
y el primer enfrentamiento con la idea de muerte
Sé que las dos veces cerré los ojos
sintiendo esa tormenta de la que hablaba Carver
Y sí, los poetas existimos
estamos solos
y no lo sabemos
* * * * * *
El hombre apaga la colilla con la suela de su zapato
Mira en derredor los contornos que nos rodean
Esta es la ciudad de los malditos, Dice majestuosamente
Tu nombre es Frank, verdad, Sí, le respondo desconcertado
Con una sonrisa de niño me examina de pies a cabeza
Arregla su sombrero como si recordara que lo tenía puesto
y me aprieta la mano en un leve saludo
Acompáñame, no iremos lejos, lo prometo,
dijo y caminamos sobre una calle estrecha
Sentí cómo se molía la noche
y gritaban las sirenas a toda velocidad
Entramos a un bar donde una banda
toca un jazz latino y fulminante
El hombre tiene una mirada de sacerdote
improvisado
Una chica rubia me sonríe con ojos
de ternura
El hombre, como si despertara de un sueño
se voltea hacia mí y dice con voz ronca:
Vamos al grano, ya sabes cuál es el secreto
de la poesía
Mis ojos se salieron de las órbitas
porque precisamente no lo sé
Eres un discípulo de la ausencia
puede que llegues a nada
aún tienes tiempo para salir de esa prisión
Es muy probable, dije ofendido e indignado
Llamó al mesero y pidió por mí y por él
Torció un poco la boca mientras se escuchaba
cómo un instrumento estaba desafinado
Una fragancia roja se extendió
por la atmósfera y habló de nuevo:
No creas que soy un raro personaje
No soy un sueño remoto ni un fantasma
con la cabeza revuelta
A la par nuestra, una anciana rezaba
El Padre Nuestro
La poesía no ha Santificado sea tu Nadie,
Es tonto el que piensa vivir Venga a nosotros
De la poesía
La chica rubia me volvió a sonreír dulcemente
Sentí que todos los habitantes del bar
me observaban como a un bandido o a un ladrón
El hombre parecía una piedra, Sentado e inteligente
Y siguió hablando con una voz ahora un poco más aguda:
La poesía no es el Pan de cada día… Como también
Nosotros No busques el equilibrio de la
Palabra por la palabra No lo hagas Mas líbranos
De todo mal, Amén
Por otra parte, puedes intentarlo
pero no aseguras nada de nada
Había una especie de fuego
que bailaba por sus ojos
Y quizá este poema será
lo más tonto que escribas
Mi interlocutor aún permanece como una piedra
La anciana estrecha el rosario y se dispone a rezar de nuevo
Tienes razón en todo, le dije,
Pero yo no soy poeta,
Solo quiero escribir,
Si eso te ofende, es tu problema
Me dirigí hacia la chica rubia
El hombre bajó el rostro, algo rendido,
parecía que había perdido la apuesta
más grande de su vida
y en el fondo se oía el murmullo de un:
Padre nuestro que estás en el cielo…
* * * * * *
Olviden cómo son los poetas
No existen No trabajan por la palabra
Sus hazañas son cosas del vacío
Olviden que se mueren de hambre
y transcurren milagros cuando miran al cielo
En serio No hay poetas
Y si algún día sueñas con serlo
Jamás habites el mundo poéticamente
Los poetas no existen
No existen
No existen…
* * * * * *
Todo escritor quisiera empezar
Como Rimbaud
Y terminar
Como Baudelaire
Llamaré Tonto al que lo intente
***Textos tomados de Frank (Catafixia, 2011).
31 de enero de 20141985, Guatemala Ciudad, poesía