HOY, LA LUNA ES UN CATORCE POR CIENTO MÁS GRANDE

Sale la luna lunera.

No me abras las puerta así,
sin más, sonriendo,
no me hables así,
sin más, con palabras.
Tiritan, como siempre,
verdes y rojos
los electrones,
cruzan las calles y los brazos
esos peones.

Cierra la puerta para que pueda sentir
eso que siento
si abres de nuevo
y me miras desde lo alto.
Recuerdo la luna,
ilumina de hecho
las palabras que dices
dejando a oscuras
las que yo entiendo.
Y recuerdo la luna
y ella ilumina de hecho
las palabras que dices
dejando a oscuras
las que yo entiendo.

LLA-VES

A veces empiezo a suponerte
llamando a la puerta
toc toc
pero tampoco es que me levante a abrir.
Luego el viento da un golpe fuerte
y se desvanecen las bisagras, tristes
y el pomo duele en el costado.  Paseo a las seis de la tarde por estos pasillos
que huelen a granola tostada y caña de azúcar.
Paseo llamando a todas las puertas y la ausencia
contesta
en tu nombre.

DE AIRE Y HUESO

Inspira.
Espira.
Respira.
Quiero ser lo que te da vida
lo que mueve tus cuerdas vocales
lo que cierra tus heridas
los silbidos de tus dientes
los bostezos de tu espalda.

Quiero ser otra,
ser otra cosa al menos.
El sístole del paso,
el diástole de la huella.
Quiero respirar,
quiero decir que quiero
respirar a tu lado o
más bien digamos
apropiarme de los besos
que en mi lugar ahora
se queda el aire.

Inspira.
Espira.
Respira.

POLIS

Ciudad es paradoja. Es cercanía y es lejanía. Ciudad es compañía y soledad constantes. Ciudad, no me mires así desde ahí abajo, me duele respirarte desde esta azotea, me duele dar la espalda a los olivos de tus tierras y a las playas de tu mares. Me duele ver ruinas de piedra y ruinas humanas. Me duele el imperialismo, el capitalismo, la demagogia y el extremismo. Me duelen las palabras en el costado de tanto usarlas, de tanto oírlas, de tanto verlas pasar como si nada. Me duele el cuello de buscar el cielo y los pies de buscar la salida.  No todos los caminos llevan a Roma.

HILO Y AGUJA

Pulmón de las escamas del aire
quiero ser de mayor, abuela.

El sístole de la falda de la montaña,
el diástole de la nieve de su cima.

Pez de mar nombrando sus afluentes
sin abrir siquiera la boca, abuela, sin abrirla.

Quiero un jardín sólo de grosellas
con árboles enteros de recuerdos.

A ese futuro álbum de hilos y pinchazos
quiero retar en jaque mate mejicano.

Que se cubran de polvo estos diez miedos
que se abran las ventanas, ay las palomas.

Se transformará la playa en esta azotea
cuando amanezca el telar de tus ocasos.

Hace frío ahí fuera, abuela, hace frío;
en todos los sentidos se han traído
a ésta, tu no ciudad, el Hermitage.

DESINTEGRACIONES

Tras decidir olvidarte, viene la melancolía.
Vuelve la más dulce visión de ti
te apareces guapo, risueño, original, divino.

Resurges transparente, altivo, esperanzador
de las cenizas, pero es entonces
cuando yo
ante tu rostro y tu cuerpo,
del todo fantasma, del todo ausente,
resulto convertirme en la piedra que sujeta aquel hilo.

Regresan tus negaciones, tu silencio y tu apego al desapego,
y dejas de ser tan perfectamente imperfecto
cuando tu levedad es demasiada.

Se desata el nudo del cordel por el que te agarraba
y todo tú, envuelto en un humo fantasmagórico,
por tu excesiva liviandad
despegas el vuelo, desapareces, te esfumas,
cual fantasma, cual globo, cual soplo, cual nada.

SARAH NUR. (Madrid, España, 1994). Hija de una cineasta iraní y un traductor y escritor de raíces eslavas, desarrolla el gusto por los idiomas, la lectura y la escritura desde pequeña. Estudió en la Escuela Libre Micael de pedagogía Waldorf y se graduó de Bachiller de Ciencias. En 2012 publica independientemente Café, azafrán y salitre, poesía. Mantiene el blog Verano sin esquinas y publica fotografía, críticas de teatro, literatura y danza en su página web. Actualmente, cursa el grado de Filología Hispánica en la UNED.