Te Prometo Anarquía

observa, con la templanza con la que se jacta la muerte, cómo el péndulo de la pasión se va pudriendo con el roce voluntario de los extremos aún excitados

mónica navarro

 

[MÓNICA NAVARRO]

 

MIRADAS TELEPÁTICAS

I. La cama ahora me queda demasiado grande. Vestida con una playera negra que dice Misfits y con bikini color negro, me siento en la orilla izquierda de la cama, duermo de ese lado. Pongo los pies en el suelo y ese frío, me provoca placer. Me pongo de pie y rodeo la cama hacia la derecha hasta posicionarme al pie de la ventana. Sujeto la banda que lentamente corre hacia la derecha la persiana vertical de 3 x 2 que abarca la mitad del ventanal de mi habitación. Repito la operación para el lado izquierdo. Se me revela el día oscuro. Amo los días nublados, lluviosos. Me hacen sentir viva.

II. Estoy frente a la regadera, indecisa. Tengo que bañarme y sinceramente no tengo ganas. Me da miedo sentir el agua que, aunque caliente como para pelar gallinas, estará fuera de compás, fuera de tono con la temperatura de mi cuerpo. Abrázame con el silencio.

III. Acaba de parar el temblor por el estallido. Cuando corremos de la mano me agito moribunda, el corazón puede estallar. Nos escondemos de las linternas que nos persiguen. Tus manos febriles me desnudan en silencio y nuestras lenguas se violentan. Penétrame y calla mi voz mientras suena la sirena del toque de queda. No importa.

IV. Un teléfono público bañado en luz amarilla aguanta solitario la tormenta. Viajo a cubrirme con sábanas de agua. Cenaré en un comedor de hielo. La masturbación dejó de ser una opción el día que entendí que era una argucia para imaginarme que te siento. ¿A quién engaño? Un engaño no es tu miembro. Solía quedarme temblorosa tras un orgasmo triste, solo. No me creo ese placebo.

V. Puede ser amor. Lo sé, ya no distingo la barrera entre la maldad y el deseo. Es mi cuerpo el que te grita. Te regalo mi altiva crisálida de rabia. Elucubraciones de mil camas y sus espantos. Siente todos esos ojos como los tuyos que me han visto.

VI. Érase una vez tu mano y mi mano que se sujetaban. Recorriendo nuestro pudor, refundiéndonos en cualquier esquina como dos amantes. Éramos enamorados, mas entendimos que el amor no solamente es ver las ciudades y suspirar por sus crepúsculos.

VII. Dos seres que se desean necesariamente deben jugar al juego innegociable de exterminar la pulsión. Yo extermino las mías mientras tú me vives. Te dejo vivir en mí con ojos de sicario. El amor entre vos y yo se hace así. Y así hemos de vivirlo hasta acabar el uno con el otro.

 

VIDA

¿Has sentido hoy el lento girar de la Tierra?

¿Sientes tus vísceras palpitar dentro de tu cuerpo?

Porque si algo es cierto, es que si estás leyendo esto

Es porque en ti no se apaga todavía la llama de la vida

Y tal vez, tal como yo, dentro de una caja guardas una colección de idioteces

Un reloj despertador que no funciona

El envoltorio de golosina que tenías prensado entre las páginas de un libro

Pastillas

Una libretita de bolsillo con números de teléfono borrosos

Y cualquier clase de chucherías

La guardas porque de alguna manera te aferras a los recuerdos

Al ayer que se esfuma poco a poco

Cada vez que duermes

Y la Tierra sigue girando lentamente…

Entonces, tal como sabes

tanto tú como yo nos encontraremos esta tarde

separados por multiciudades industrializadas

con diferentes zonas horarias

Con el rostro apoyado en el grueso vidrio

de un apartamento en lo alto de los cielos

veremos caer el día

Sin importar nuestras edades, ni nuestras alegrías y agonías

Entonces nos sentiremos vivos

Un día

Al final del día

 

MÉNAGE À TROIS

I. Duermes en la penumbra y la luz en la mesa de noche provoca que tus pestañas hagan sombra en la cuenca de las ojeras. Las 2 de la mañana. Con sutileza beso tu desnudez alrededor de tu ombligo, espesor de piel clara y vello negro. En tu ombligo varonil reside la composición de tu humor, un pequeño universo. Tu miembro que reposa huele a nosotros. Hueles a mí. Al amor que te doy de manera obscena.

II. En la lejanía el mar revuelve sus olas de hiel. La negrura de la noche, el vacío, ¡oh amor mío! ¿Qué me ha hecho merecer el milagro de descubrirme liviana en la salinidad de tu mar muerto? Cuando estoy bajo tus aguas aún con el peso de tu cuerpo yo floto y siento el vaivén cadencioso de tus embestidas mientras cantan las sirenas.

III. Escampa la tormenta y reposas exhausto. Siento tu savia en mis entrañas. Besas tiernamente mis pezones reconociéndote en mi territorio ahora conquistado. Y volvemos al punto en que estás dormido, con expresión de amor del más puro. El diván al pie de la cama no está vacío ya. La poesía nos observa, seres que acaban de ser poseídos, que descansan extasiados porque recién fueron amados.

 

ANOTACIONES SOBRE LA MUERTE II

La noche cierra los ojos

mientras el ciego sueña en fase MOR.

 

Una criatura se peina frente al espejo

con un cepillo sangrante

rastros de piel y de cabello coagulado

cepillo mutilador, de púas inminentes.

Voltea lentamente y sonríe.

(Ay, sonrisa eres una cuchilla partiéndome la cara de oreja a oreja).

El ciego, horrorizado, percibe el temblor de la risa.

No puede verla, la imagina.

(Desgraciado de mí

hasta en la ceguera me persiguen los mismos demonios)

 

En sueños, el ciego llora.

Se rasga la cara con miles de hojas de afeitar

brillantes de recuerdos amputados de tajo.

Niños, familia, el seno de un hogar

al que ahora anega la lluvia

en su despeñadero de muebles en abandono.

Se obceca, llora hieles.

El ciego se arranca el pelo,

lo tira para no sentir su ponzoña.

 

Los sueños de un ciego son sueños sordomudos.

Como una película sin sonido.

Se quedan en la fase de deseo

Que se van apilando, cajitas mortuorias vacías.

Ciego, te espera un nicho en párvulos del cementerio

así de reducido estás, te llenaremos de flores pantanosas.

 

El ciego sueña que un ciego sueña.

—Érase una vez el déjà vu de seres miserables…

Quisiera con su tacto sentir la entrada al pleno infierno pero se le esconde.

Sueña estar dormido y duerme aún despierto.

El mundo del ciego es un mundo melancólico

(Mírame aquí llorando, tatita,

cada una de tus trompadas se te quedaron doliendo

cada vez que te tropiezas y caes)

 

El ciego abre los ojos lo más que puede.

Simplemente es como si no los abriera.

 

DETONACIONES

I. Hoy no es un día como los demás (o tal vez sí, qué más da). ALGO ME DICE QUE SERÁ DIFERENTE. Tal y como cada una de mis compulsiones, me levanto del mismo lado de la cama, pongo los pies en el suelo exactamente a la misma distancia de ayer, siento lo frío del suelo tal y como el resto del año. La ropa tendida de manera mortuoria con el conjunto listo para ser usado en otro de los gloriosos días en que me convierto en proletaria.

II. He estado pensando en ti. Me quedé con la forma en que bajas la mirada en medio de este mundo execrable, hasta que me devuelve a la realidad el teléfono que suena, ocho ventanas del chat que demandan asuntos urgentes y al fondo de mi cerebro a punto de fundirse, la escena en la que estoy contigo en plena desnudez. Necesito limpiar mi teléfono con antibacterial. Alguien acaba de usarlo y desconfío.

III. No tengo apetito, ergo, no saldré a almorzar. No me hace bien socializar. Mas bien, empiezo a escribirte el plan. Necesito amarte, contaminarme de ti de alguna forma.

 [Hemos de provocar disturbios con la obcecación de novatos.

Correremos mientras el mundo intenta matarnos a palos.

Es mandatorio e incuestionable.

Nos amaremos líquidamente apostados contra una pared.

Colocaré la bomba cuando no te des cuenta

Y justo cuando estés por acabar —Ya, ya voy a acabar—

Detonaré de manera remota.

Te diré que te amo pero no escucharás

Por la estridencia de tantas sirenas y la gente que grita

Tomaré tu mano para encontrar la muerte

Me detendré al sentir los fusiles cargándose y diré adiós.]


IV. Salgo a la hora en punto dejando mi lugar de trabajo pulcro y desinfectado. Hoy acabo con esta existencia maldita. Hoy tiro todo a la mierda. Anochece.

 

 

16 de octubre de 2012
1981, Guatemala Ciudad, poesía, prosa

5 intervenciones en “observa, con la templanza con la que se jacta la muerte, cómo el péndulo de la pasión se va pudriendo con el roce voluntario de los extremos aún excitados”

  1. Sergio García dice:

    Excelente, me devoré tus escritos, sin parpadear…un buen deleite…

  2. Javier Martínez dice:

    Como te decía: Cada vez que te leo, Mónica Navarro, me dan ganas de perdonar a la raza humana. ¡Éxitos!

  3. Misla Barco dice:

    Mónica, te leí de un tirón, fascinantemente intensos.

  4. Ana Raquel Aquino dice:

    Ya somos varios los que se leen de un tirón… Increíble, es un conjunto de irresistible sensación…

  5. Mónica Navarro dice:

    Muchas gracias, al final todos somos un conjunto de pasiones que se desbordan sin mesura.

¿algo qué decir?