de los ídolos quedarán los cimientos pidiendo clemencia ante miradas que azuzan y desintegran el aire y el tiempo
LO AJENO DEL OTRO LADO
Miro a través de la ventana,
observo los árboles que corren aprisa
A lo largo del tiempo,
de la saciedad.
Observar esos árboles,
montañas, personas, casas y estrellas
es como verlos muertos,
muy ajenos.
Bien muertos.
Es como ver por televisión.
Como atravesar las calles de Dili
en una Land Rover dos mil siete
viendo al otro lado
niños muriendo de hambre.
Es como intentar atravesar el vidrio a tu pasado
y tan solo tocar lo frío de tu imagen
que revuelve el estómago del presente
hasta provocar nauseas
y vómitos de sangre.
Es todo eso y más,
o simplemente eso y nada más.
No sé realmente lo que sea
talvez simplemente una fusión de arena,
silícea con potasa
que no me deja ir al otro lado
mientras miro tranquilo el paisaje.
NIETZSCHE ESTÁ MUERTO
I. Ántrax perfumado
Tan sólo son paisajes transitorios.
Recuerdos vívidos de la imagen grotesca.
Un par de palabras al viento
o la sombra del árbol que ha desaparecido.
Pasado del pasado:
recuerdos del futuro.
La satisfacción de la ira
o la vejez de los libros,
lo que te regalo hoy, padre mío
en son de vituperio y travesía:
Paz sin amor,
bendiciones,
deicidios
y esperanzas.
Te regalo también
por medio de letras errantes,
mis delirios:
las revoluciones olvidadas
y las falsas promesas de un mundo mejor.
Te lo brindo, envuelto en historia
antes de que la muerte nos perpetúe
que la vida nos engañe
o el sueño lúcido termine, así, sin más.
Todo esto te lo ofrendo, matizado de esperanza
porque la luna nos ha abandonado
desde aquel día, en que Dios dijo:
Nietzsche está muerto.
II. Resurrección
…y desde aquel día
todo transcurre igual:
la paz sigue destruyendo naciones
y la violencia, rebrotando cardos.
Los hombres son materia inmortal:
camino al éxito en diez pasos,
igualdad de género
y putas por doquier.
La filosofía, tan sólo semántica.
La literatura, el asco del best-seller.
Los sueños son pesadillas
y las pesadillas, las esquinas de los barrios.
¡Ya todo ha muerto aquí!
Los aquelarres están agendados,
el infierno ya no está debajo.
Los bodrios adornan las vitrinas
a precios de remate.
De nada valió tu inmortalidad
ni los testamentos traicionados.
Te necesitamos, alma infiel;
Federico, bastardo pródigo:
romano, judío, gitano,
asesino loco de las calles.
¡Reclamamos tu presencia nefasta
en los corazones pulcros y santificados!
¡Tu naturaleza innata y traicionera
dadora de vida y de arte real!
TEDIO
Sentado
la mano bajo la barbilla;
ventanas grises
afuera del salón de la monotonía.
Lenguas ajenas
ojos que sólo cerrados menguan
la luz inerte de tu imagen
que desaparece en la pantalla.
Monotonía de terraplén,
rutina oxidada por el tiempo
congelando sueños de cristal
quebradizos potenciales del infinito.
Quisiera ver el arcoiris verde
Levantarme con la luz del día.
Pero no,
hoy llueve
y los motivos
desaparecen.
IDENTIDAD
Está bien,
prometeme no prometer,
no llamarme por cualidad,
defecto o afecto alguno.
Dejame ser lo que soy,
no guatemalteco,
no estudiante,
no lector, escritor
mucho menos poeta.
Sin edad:
ni fecha ni cronología.
Loco,
normal o demasiado…
necio, influyente.
Humano:
amigo o enemigo.
Quitame las capas
que sirven para juzgar,
la capa del desánimo,
de la alegría,
la insensatez
o la alegoría.
Sin nombres,
sin parentesco,
sin sombras
ni apellidos.
Nada,
absolutamente nada.
Conoceme en mis adentros,
perpetuemos el infinito empezar
para llegar a la esencia
tan desconocida tanto para vos
como para mí.
PARA PONDERAR SUS ACTOS
Cómo en nombre del progreso
troncharon el dominio del frescor y la verdura:
desgajaron la copa milenaria,
arruinando el vuelo del jaguar
y el ignoto semblante del quelonio.
Cómo en beneficio de un puñado de bárbaros
quemaron naciones enteras
de saltamontes y mariposas
y se bebieron todas las aguas
con divisiones criminales de tractores.
Cómo no les importó
que al bosque sucediera una pelada llanura
si con ello se abultaban sus bolsillos.
Cómo no tuvieron inconveniente
en envenenar el cielo y colocar más allá del cielo
los huevos latentes de la última
de todas las desgracias.
Cómo no satisfechos se lanzaron a la mar
ojiva en ristre
y se enaltecieron y se fotografiaron
entre vísceras de inocentes cetáceos.
Cómo nada extraño hallaron
en meter al hombre en una caja de gases
y en borrarle su memoria fraterna
a base de comerciales confort y hamburguesa.
Cómo sin ningún sonrojo
edificaron su fortuna
sobre el cadáver mismo de la vida.
No podemos ponderar sus actos
sin sentir rabia extrema y desconsuelo.
Cómo su brutalidad no tuvo coto
ni su iniquidad tangente.
Cómo fueron capaces de tanto.
Perdónalos tú Señor,
porque nosotros no podemos.
01 de febrero de 20111985, Coatepeque, poesía, Quetzaltenango