los días se pierden y se ganan entre cristiandades y rusadas: inflamable huracán que te golpea el rostro en el asfalto
PORIOMANÍA
I.
El cansancio cierra tras de mí la puerta
y se sienta ensimismado junto al lecho
a ver la llama negra que hay en todo
poniendo la otra mejilla como siempre.
Cuenta los pasos, los caminos, las murallas
habla en voz muy baja para el mismo
y se retira como siempre dando un beso
perdido por las calles por las que nada vuelve.
Perdido y escondido
el cansancio nos busca entre la niebla
ésa que dispersan otras miradas y otras bocas
justo cuando el sol se olvida de nosotros.
II.
Jactancioso diría: Conozco de soledades.
Porque sí, porque me he rodeado de murallas
que yo mismo he construido
porque he cantado a veces
mientras la noche simplemente
se fue haciendo más oscura.
Pero ya ven, no conozco nada
mas allá del silencio y las justificaciones,
las rutas que recorren
los sueños a espaldas de la vida:
intentando robarle a la muerte un poco más de tiempo.
Y tanto correr, descansar o caminar
ha sido un juego entre la distancia y las tinieblas.
Conozco sí, de tránsitos perdidos
de cosas abandonadas y nudos de palabras
de ojos que la soledad se ha llevado para siempre.
Yo, lo reconozco, sencillamente estoy cansado.
DE ANGELES VAGOS
Nos desborda una sorda brisa
hecha de acero y sangre
y soñamos con vernos embriagados
paseando entre columnas rotas
con lejanìsmos otoños de hojas fermentadas.
¿Olvidamos acaso que se vuelve
abrigo de la tierra nuestro cuerpo
que la ciudad es un sueño de ceniza
un exilio gris, un asfalto húmedo
concreto y doloroso, pero con todo necesario
como lo es la prontitud en el arte de la muerte?
Los pulmones e intestinos amargamente se anudan
con dientes acerados y articulaciones rígidas
hecho todo una flor de cemento y huesos
un cansancio que se agita, un cadáver indeseable
un temblor de vísceras, una patraña-escupitajo.
POEMA DE AMOR EN VIERNES SANTO
Quiero mostrarte que soy un santo entre dos cañones
que en la ventana de mis sueños aparecen áureos cálices
que de mis manos cuelgan rosarios de elegías.
Quiero mostrarte que de siempre he estado quieto
en actitud de súplica con el rostro compungido
sangrantes las rodillas y el silencio contra el muro.
Quiero decirte que mis huesos se han perdido ya en el tiempo
que camino descalzo sobre las nubes en verano
y bajo bóvedas oscuras tu imagen se humedece.
Tú que vuelas besando pies crucificados
y caminas elevando himnos con el rostro escondido
dime que el humo aún no ha borrado el azul del sueño.
Tu imagen se ha ausentado del espejo ya
ejércitos penitentes bajo tu icono desfilan
devoción alucinada, ¡ojalá te lleve el diablo!
APOLOGÍA Y EPITAFIO
El veneno de mis manos canta
y esto es casi tan bello
como la necedad de un grito sin infierno.
Camino de espalda al sol
pero no encuentro mi sombra
sin embargo no es nada extraño
que siendo yo un vago
no encuentre el camino.
DROMOFILIA
Hoy he comenzado a irme
sin saber qué camino he de tomar
sin saber cuántas distancias
ha de tragarse el tiempo tras el vitral.
He comenzado a irme contra el viento
poniendo los recuerdos en la estación
agazapándome como un tonto en el asiento
aunque será inevitable transbordar.
He comenzado a marcharme sin destino
consciente nada más de que hay final
con los ojos puestos en las nubes y no en el camino
esperando nada más poder llegar.
BOLCHEVIQUE
(Ante un grabado del atentado contra Nicolás II)
De alguna extraña forma
la vida continúa
a pesar de la lluvia y el granizo
(clavos que Dios dispara).
A pesar de que existen los puentes del incienso
alturas, pastillas, risperdal
(por el que claman tus neuronas).
Incluso a pesar de los romances fallidos,
los despidos, los insultos, la sangre como precipicio
las heridas.
Y lo que al final queda
solamente es mugre y falla
grietas en el alma, sismas
todo lo que tu pobreza humana desmorona.
Allá en los altos edificios
bajo cables y sirvientes
el frío también se va colando bajo los edredones
y el vino puede volverse agrio tras las fiestas.
Porque a todos les corresponde un trozo de infierno.
Y tu vida, la vida de tu carne
se va perdiendo entre andrajos
entre carencias cuya certeza ya no duele
porque la piel puede volverse dura
después de aguantar tanto invierno.
Para el hombre de la chimenea
del sofá mullido y la mascota obesa
también existirán días como ésos
mirando tras la ventana el mundo suspendido
clavado en un invierno sin trineos.
Porque el harapo
siempre será más fuerte que la seda.
PERMANENCIA
La paz se restringe sólo a este momento
entre toda la mierda circundante:
El momento en que la hoja cae
asentándose en el centro del concreto
a pesar de la ciudad
a pesar de las manchadas inocencias.
El viento no espera por los autos
y la luz olvida nuestros ojos desvelados
sólo queda el cielo que no calla
su diálogo de fórmulas y prismas
todo, mientras la hoja cae.
La tarde ya no sabe de la násuea
de la muda pesadumbre con que canta
ese tronco de árbol
con raíces a ambos lados
del cual, una hoja pende y cae
soñando el otoño del asfalto y las aceras.
11 de mayo de 20101981, Guatemala Ciudad, poesía
11 de mayo de 2010
A mí me gusta cómo escribe Leonel. Muchísimo.
25 de mayo de 2010
Que gusto verte por aca Juracán!!! Saludos!
20 de abril de 2013
Gracias por esa poesía Leonel, ya van quedando pocos como usted. Saludos.